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“En biología, el término espora designa un cuerpo microscópico unicelular o pluricelular que se forma con fines de dispersión y supervivencia por largo tiempo ...”


Es la tarde. Estoy sentada mirando TV. Películas y series me acompañan a diario.

Siento un frío terrible. Es un frío extraño. Del cuerpo que se defiende del ataque químico. Nace desde el hueso y busca el exterior. Nada lo calma.

Me puse un poncho. Me senté al lado de la estufa. Tomé caldo, leche, mate, café, té con limón. ¡Miércoles que hace frío!

La cabeza protegida por uno de los tantos turbantes que compré esperando el resultado predecible de alopecia química. El cuero cabelludo duele. Esto no lo esperaba

Me tapo la cabeza con una manta, me pongo otras medias… nada alcanza…

Veo una película de ciencia ficción… amo la ciencia ficción. Desde pequeña.

Parece que unos seres extraños de otro planeta vinieron a apoderarse de nuestros cuerpos y almas. Quieren aniquilarnos… quedarse con nuestras vidas, nuestros recursos.

Esto último me causa gracia. No hace falta ser extraterrestre para querer quedarse con nuestros recursos. Pero esa es otra historia

Estoy sola y tapada hasta los ojos. Parezco una montaña de telas superpuestas

La casa se va poniendo oscura y no me levanto a encender ninguna luz. Tengo frío. Ya lo dije.

Y los seres invisibles siguen atacando al mundo, pero ahora desde otra película o serie. Ya no sé.

Comienzo a sentir más cálido el ambiente, o quizás yo recupero calorías… ¡Vaya uno a saber!

El tema es que me desabrigo de a poco. El poncho, la manta sobre el poncho. Me dejo puestas las medias.

Transpiro. Es el colmo. Primero muero de frío y ahora transpiro.

No hay caso, mi cuerpo hace sentir su disgusto ante la inoculación de tanta droga y tanta agresión.

Continúo sentada hasta que el calor desborda mi posibilidad de aguantar y me saco el gorro.

Lo que sucedió a continuación fue digno de alguna de las películas que estoy mirando…

Miles de partículas salieron volando por el aire… se desparramaron por la mesa… por mi ropa… por el piso…

Pienso que son esporas que buscan su destino. Me río.

Lleno de esporas el ambiente. Me propago y ocupo espacios más allá de los límites de mi cuerpo.

Decidí no morir mucho antes de la cirugía y de comenzar el tratamiento, pero ¿propagarme? ¡Eso no lo había pensado!

Me río aún más fuerte. Me causa mucha gracia esa idea… y pienso ¡pobre familia! Encima de no querer morirme voy a andar brotando por ahí… brotando como hongos en los rincones más oscuros, húmedos e inesperados…

No es justo. ¿O si…?

Amo vivir y amo la vida con mi familia.

Tendrán que acostumbrarse a mi necesidad imperiosa de supervivencia.

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