Jean Luc Picard atraviesa la galaxia buscando nuevas formas de vida y enfrentando grandes desafíos. Sigo la saga que me gusta por lo bien estructurada que está la historia.
Hoy volví a encontrarme con esta serie.
Cuando estaba sentada a punto de deleitarme –amo la ciencia ficción-, miro como un acto reflejo nuevamente el estado del Whatsapp.
Hace unos días me preocupa ella. Una guerrera indomable que conocí en la sala de quimioterapia.
Y ahí estaba. Con oxígeno, dándonos aliento a todos.
Esta mujer, a la que definiría como una mezcla de candombe, cumbia y tango, se levanta a diario para comenzar sus batallas.
Ella puede con su hijo enfermo. Un hijo que transitó varios trasplantes. Que día a día lucha por su vida y va ganando la pelea.
Una mina que llega pisando enérgicamente el piso de la clínica haciendo vibrar el espacio por donde se mueve y las almas que la ven llegar. Que nos habla animosamente y nos cuenta de sus años de tratamiento y su forma de vencer.
Una mujer fuerte. Muy fuerte. Llena de vida, de esperanza y de alegría. Puede organizar una fiesta, promover la participación, acompañar a su esposo, vestirse para salir de fiesta. Ir a la peluquería a embellecer el poco pelo que le está creciendo suave y decidido, al que adornó con un recorte moderno en uno de los costados de su cabeza, haciendo más corto aún ese sector y marcando sobre él con alguna máquina especial unas figuras geométricas que resaltan su juventud y sus ganas de vivir. Al mirarla, uno puede sentir la delicadeza de la cabellera naciente y la aspereza del corte con otro recorte que marca la piel. Así de joven es. Así nos permite y se permite verla.
Una mujer que mientras se cura te vende todo lo que por ahí encuentra: gotas mágicas y sandalias que rejuvenecen. Música disco y energía que renueva expectativas.
Jean Luc Picard debería dejar la Enterprise para encontrarse con ella. Si quiere conocer nuevas formas de vida le recomiendo darse una vuelta por aquí. Por esta zona. Escucharla hablar. Contar entusiasmada las aventuras ganadoras que para cualquier otro serían desgracias de esas que desgarran el corazón, las almas y las expectativas, pero que para ella son pruebas superadas que le sirven de plataforma de lanzamiento a nuevas formas y nuevos desafíos.
Grandes historias recorren su vida y la de su esposo. Desde que su hijo era pequeño y fue mal atendido. Desde que a ella le descubrieron el cáncer y su decisión de no ceder porque su niño, hoy adolescente, la necesita. Hasta las noches de danza al lado de su DJ y amante o la visita planificada a la virgen de Luján.
Y allá va…
Selfies por medio, todos vemos su devenir en esta disputa. Fotos que nos cuentan sus andanzas, sus recorridos y sus luchas.
Si. Hoy apagué la tele. Hoy necesité escribir acerca de ella y de su energía.
Porque la veo y siento que nos ilumina. Porque sus ganas de vivir se esparcen como rayos que irradian vida a todos los que por ahí estamos.
Y porque sí. Porque aprendí a verla y a quererla. Porque es un ejemplo y porque es una superheroína.
Si, Jean Luc. Le estás pifiando en el recorrido en busca de nuevas vidas. Yo te digo: vení por acá que seguro te sorprenderías y tendrías mucho, mucho que aprender de ella.
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