top of page

Perdidos en el espacio. 3° edición


Nuevamente al hospital, pero ahora como primera vez de una serie de sesiones de radioterapia.

Estoy nerviosa.

No dormí bien. El susto juega su partida mientras vos creés que estás tranquila.

Me lleva mi esposo. Otra vez. Como tantas veces. Como siempre.

No tuvo suerte. Eligió una mujer con la salud enclenque. Pero sigue firme. Al lado mío. Convirtiéndose en mi amigo, compañero, chofer, apoyo.

Me siento en la sala de espera. Miro a todos nuevamente. Hoy con otros ojos. Ojos de terror.

Una pavada, lo sé. Pero inevitable que la cabeza funcione con vida propia.

Me llaman. Ingreso y me cambio.

Me pongo una bata azul que solo me dura el tiempo de llegar al “equipo”.

Me espera la misma técnica de ayer, Flor, y otro ¿técnico? cuyo nombre también comienza con F, pero que no puedo recordar.1 Siempre fui muy mala para nombres y caras.

Me dicen que esté tranquila que va a ser rápido.

Miro “el equipo”. Enorme. Pesado.

Tranquila. No te va a tocar…

Y espero que tampoco se me caiga encima- les acoto yo. Y me imaginé hecha una mancha gorda debajo de esa super estructura… ¡Fhá! “Mujer aplastada por disco gigante…” Pero no dije nada.

Me acuesto y comienza a funcionar…

Trrr…pt—pt..pt…pt… trrrr…. – o algo parecido. Para un lado y para el otro…

¡No se mueva! – me dicen

No me muevo. - pienso

Concentro mi mirada en una llave de una puerta de armario como para sostener esa posición tan incómoda y necesaria. Cuello estirado y papada que no cuelgue. ¡Ja!

Viene a mi mente la serie de mi infancia. “Perdidos en el espacio”. El robot de hojalata. Los bracitos de caño de plástico flexible. Las manos de dos pinzas redondas que no podían sujetar nada.

Smith era un hombre. Malo. Malísimo. Pero hombre.

Recuerdo que a lo que más temían era a la radiación.

Trajes super especiales que no podían tener ni una rajadura.

Imágenes de cómo los organismos se derretían ante la exposición, pasando por varias etapas hasta que sus huesos expuestos se pulverizaban bajo la influencia de esos rayos terroríficos.

Hoy, hay una nueva serie. Ahora Smith es una mujer. También mala, pero muy inteligente. El otro, era malo y estúpido.

Pienso- ¡cómo cambian las cosas!- El robot, un super bicho fabricado por algún ser extraterreste. Smith, una mujer inteligente y perversa.

Y los rayos… ¡los rayos! Ya no son el tema principal de la serie.

Ni de la vida- pienso.

Hoy me exponen a rayos. Concienzuda y sistemáticamente. Una exposición pensada. Analizada. Medida. Estudiada.

No me derritieron ninguna parte del cuerpo. Salí toda entera, como entré. No me faltó nada, ni se desapareció nada (aunque espero que sí el cáncer). Los rayos ahora no solo no te matan, sino que te curan.

¿Cómo le hago entender a mi mente formateada por la TV en blanco y negro que no tiene que tener miedo?

Será una tarea a encarar en terapia.

Mientras tanto, mañana vuelvo para ver otro capítulo de esta serie de 25.

1.F: ni de Fidel, ni de Federico, ni de Faustino. F de Fernando... ¡te pido perdón público! Lo mío nunca fueron los nombres

Entradas recientes

Ver todo

Descanso

Mar, playa, arena. Todo perfilaba unas vacaciones extraordinarias. Solo le faltaba conseguir con quién pasarlas. Decidió que mejor sola…...

CAFÉ

No hay ninguna norma moral natural. Todo lo inventamos los seres humanos. Dora Barrancos. La pollera bamboleante permitía imaginar las...

Comments


bottom of page