Mis amigas

No es cierto que uno de grande no pueda hacerse de amigos nuevos: a mí me pasó.

Me pasó varias veces.

En la maestría, conocí mujeres muchísimo más jóvenes, inquietas e inteligentes. Con alguna de ellas aún me trato, y hasta es la “Presidenta del club de fans” de mi nietito escritor. Con ellas hicimos un viaje a la casa de una del grupo en Bahía Blanca. Recorrimos la ciudad, reímos, cantamos, jugamos y participamos de un congreso.

Todavía era inspectora de escuelas cuando una vicedirectora me dijo, muy convencida, si cuando me jubilara quería ser su amiga.

En ese momento me causó mucha gracia, sin embargo, el tiempo hizo realidad esa pregunta. Con ella también tuvimos mil y un encuentros, compartimos unas vacaciones, nos juntamos “las parejas” a compartir cenas y sueños.

Otra vez, desempeñándome como capacitadora del Programa “Nuestra escuela”, participé de una jornada de reflexión institucional.

La coincidencia hizo que me nombraran capacitadora en su área de supervisión. Porque ella, aprobó su concurso y fue mi suplente. La directora de esa escuela me preguntó si yo era la suegra o algo así de la inspectora. Le dije que no, que por qué me lo preguntaba- ¡Zás!- pensé- ¿qué hablará?. -Porque te quiere mucho, habla siempre de vos, respondió. Y me dio un calorcito en el corazón.

En fin, esas cosas de la vida ¿no? Nos hicimos amigas las tres.

De esto pasaron tres años. Con el cambio de gobierno se terminó el Programa y con él nuestro trabajo.

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Pocos días habían pasado de la cirugía. Muy pocos. Me llama la del universo que se equilibra, y me dice que la otra me quiere visitar y no se anima.

¡Qué venga!- le dije yo.

Y vino. Y me mimó. Y me regaló una hermosa pashmina que me trajo de Chile con un diseño de vicuñas y montañas que da lástima usarla.

Fue la primera visita. Hubo muchos encuentros más.

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Cuando a uno le dicen que tiene cáncer, que tiene 8 tumores con metástasis, que le sacaron todo y que el tratamiento es para prevención, puedo asegurar que un dejo de sospecha sobrevuela la vida en segundo plano.

Aún estando en los lugares más divertidos, siempre alguien te mira como a moribundo, otro que pregunta por el tratamiento, o vos te preguntes si el año próximo vas a estar allí, o en un mes, o en unos días.

Es por eso que el valor de la amistad y las amigas es una de las valiosas compañías que llenan de amor tus días y tus horas. Es increíble cómo esperás un mensajito, una llamada, un abrazo, un… algo que te haga sentir vivo.

Vivir con/sin cáncer es todo un desafío difícil de cumplir. Es tener que poner delante de todo el amor. Hacia vos y hacia los demás. Pero primero hacia vos.

Pensar y decidir la vida por sobre la muerte, sabiendo que ésta no siempre se deja pasar a segundo plano.

El secreto de la vida es vivir.

El secreto de esta lucha es la conciencia de lucha.

Una lucha que ocupa tus días y tus noches. Una lucha que tenés que estar dispuesto y dispuesta a dar.

Una lucha que es vana si la das sola o solo.

Una lucha que requiere de amistades, de familia, de hijos, parejas y nietos.

Una lucha que necesita lo mejor de vos cada día para poder enfrentar lo que viene.

No estoy sola en ella.

Tengo mis amigas, mi familia, mis hijos, mis nietos y mi pareja.

Este hombre que al ver mis pelambres nacientes tan desparejas, no duda en tomar la máquina y embellecer mi cabeza

Y tengo mi vida y estoy aferrada a ella.