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La vida viene en ovillos

Para ella los colores hoy pueden con su vida.

Los rayos de la radioterapia van tiñendo su piel poco a poco, tornándola más rojiza, más sensible, más expuesta…

Un síntoma más de un día menos de tratamiento… Veinte por ciento realizado.

Más por menos… Más por menos, menos.

Clásica respuesta algebraica.

Una respuesta que hoy la alegra.

Los números y los colores se entrecruzan en su vida.

Números asociados a la hipertensión, que casi hacen peligrar la tomografía de control. Números que reflejaron un estado nervioso que no parecía estar presente, pero que la hacía temblar sobre la camilla una vez que fue iniciado ese estudio.

Mientras espera en los distintos consultorios que recorrerá en dos días, los colores comienzan a trenzarse en sus manos para convertirse en ponchos que abriguen a sus pequeños seres queridos.

Colores que vinieron en ovillos. Bien armados. Sin enredos.

Lanas que se dejan desovillar deslizándose por entre sus dedos y las agujas con total facilidad.

Lila, fucsia, rosa, marfil, marrón, verde oliva, mezclas.

Cada color tiene un dueño al que identifica. No es lo mismo para cada uno. Ellos saben lo que quieren y les gusta. Eligen. Deciden. Sus personalidades se asomaron hace mucho tiempo.

Pero para tejer tiene que tener un patrón. Igual que para curar el cáncer necesitó un plan, unos días y unos números.

Números y vida.

Números y abrigos.

Números y amores.

Los números y los colores completan los espacios que de otra manera estarían ocupados por el miedo.

Miedo que produce el control. El hacerse estudios.

La búsqueda de esos números que van a reflejar la efectividad de las decisiones médicas.

Y eso asusta. Da miedo.

La espera de unos números que ocupan el día y la noche.

Generan ansiedades y confusiones. Pensamientos que no son tranquilos y que movilizan las más oscuras reflexiones y porvenires.

Pero allí están los ovillos. Dispuestos a dejarse desenvolver al compás del santa clara. Siempre para abajo, o siempre para arriba. Depende.

Ella decide que si bien va a tejer siempre para abajo, su actitud tiene que ser siempre para arriba.

No importa cómo quede el punto, lo que importa es que su mente se desenrede como los ovillos.

Suave y linealmente. Dejando entrever cómo los colores de la vida van tomando formas y llevándola a un arco iris esperanzado.

Teje las lanas y teje sus pensamientos, mientras sigue recorriendo consultorios para que otros hagan lo que planearon hacer para que ella pueda seguir punto por punto armando la tela de su vida con cada ovillo.

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