Antes de pensar en tomar mate, es necesario conseguir un novio que lo cebe.
La adolescencia, el buen humor, el club del barrio y la cercanía, son variables a tener en cuenta. De paso, ir andando un camino de encuentro y de formación conjunta.
Una vez alcanzado el objetivo, acompañarlo a gestionar una vacante en los FFCCAA, de manera de lograr que tenga un buen aprendizaje, pero intentando que ese trabajo dure lo suficiente sin prolongarse en el tiempo
Si se quiere tomar unos buenos mates que acompañen la vida y demuestren la compañía adecuada, se deben garantizar al menos 46 años juntos. Así, el mate se transforma en un ritual diario que resulta imprescindible para ambos chupadores, convirtiéndose en un necesario aditamento del transcurrir en la vida.
El mejor mate es el cebado con cariño. Por eso no es lo mismo que lo haga cualquiera. Aquel que tiene la tarea asignada, debe mantenerla por sumisión al ritual.
La pava y el mate (recipiente), son elementos indispensables.
La pava. El agua, que debe ser de buena calidad, hay calentarla a la temperatura adecuada. Ni tan fría que no importe nada, ni tan caliente que genere una disputa y queme la lengua de quien la provoca. Es importante entonces que este paso lo realice quien conozca el instrumento, sin interferencia del que se dispone a tomar mate cebado por el otro. La pava debe poder silbar para dar señales de vida interna y como forma de comunicarse con el cebador, conocedor de cada nota que sale por el pico humeante.
El mate más rico es el que se ceba en calabaza, salvo que una nuera te regale un jarrito esmaltado, en cuyo caso, mejor no herir sentimientos y cebar mate en ese cacharro. A mate regalado, no se le mira el material.
Y por otro lado, hay que ser amplio en el respeto a la diversidad. No solo en la vida, sino también con el mate. Los hay de yerba amargo; de yerba y azúcar; de yerba y edulcorante; de yerba y yuyos; de yerba, café y edulcorante; con cáscaras de naranjas; de limón; y cuantas variables se te ocurran más allá del mate cuyo nacimiento nos heredaran los guaraníes.
Y así, cada mañana, uno empieza el día cebado y acompañado, sintiendo que en la vida hay muchas más cosas que las de laburar y sobrevivir.
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