Golpe de suerte

Él vive tranquilo, en un barrio tranquilo, con una vida tranquila. Es optimista por naturaleza, siempre encuentra la justificación correspondiente al “vaso medio lleno”.

Cualquiera pensaría que es un solitario, pero él no lo siente así. Él se sabe acompañado por todas y cada una de las personas que cruza a diario en su vida.

-¡Buenos días! ¡Buenos días!

Camina por el barrio saludando a diestra y… como a él le parece mal que la gente sea saludada por siniestra (término que

le resulta desagradable), da una vuelta de 180° y vuelve a saludar ¡Buenos días! ¡Buenos días!, otra vez a su diestra.

Alguna vez tuvo una novia. Se los veía muy felices y el barrio estaba contento. Por fin no iba a estar solo. Pero un día le

presentó a su mejor amigo, y al verse, se enamoraron perdidamente.

Muy por el contrario de lo esperado, él se puso contento ¡Qué golpe de suerte! – manifestó. Si no los hubiera presentado, ella y yo, hubiéramos sido infelices toda la vida. En cambio, así, ella es feliz y yo tuve la suerte de no vivir con quien no me amaba.

Otra vez, compró una bicicleta usada para hacer feliz al muchacho que la vendía. ¡Qué golpe de suerte! – dijo cuando el cuadro se partió al medio y dio de bruces contra el piso lastimándose la cara y los brazos- voy a conocer al bicicletero del barrio. Me dijeron que es un buen hombre, pero nunca lo traté. Ahora voy a poder.

Así transcurre la vida de él. Siempre atento al otro y a que las cosas no lo lastimen.

Un día, cruzando la avenida, no vio venir un camión que por supuesto lo atropelló. Estuvo varios días en coma. Muy lastimado. Fue internado en el hospital del barrio, pero nada pudieron hacer para salvarlo.

Cuentan que cuando el médico le explicó la situación y que no iban a poder salvarle la vida, él se puso contento y dijo: ¡Qué golpe de suerte! Ahora voy a poder saber si existe vida después de la muerte.

La gente de su barrio cuenta esta historia entre risueña y burlona, pero dicen los que van por ahí, que en el cementerio siempre hay ropa de hombre y una bicicleta apoyada en el banco que hicieron al lado de su tumba para esperarlo.