Otro amanecer y otra incertidumbre.
Las noticias nublan su mente y perturban sus días.
Ya no sabe qué esperar o qué decir.
Cada mañana comienza a transitar lo que venga. Así. Sin certezas. Sin rencores. Sin esperanzas
Sabe que la quieren y la protegen, pero también sabe que esto solo le pasa a ella y que tendrá que ver cómo su cuerpo reacciona a aquello que le espera y sobre lo que tiene sospechas, pero total desconocimiento.
Va recabando información de donde puede. Intenta mantener la calma y la fortaleza.
Pero en el fondo, y no tan en el fondo, tiene miedo. Un miedo que la paraliza y la vuelve inútil ante los desafíos.
Miedo a perder lo que más quiere. A no poder estar con sus nietos, verlos crecer, disfrutar sus charlas.
Miedo a dejar a su esposo solo. No porque él no sepa vivir solo, sino porque ella no sabe vivir sin él.
Pero para eso tendría que vivir…
No lo puede pensar siquiera.
Busca en internet videos de autoayuda… relajantes. Ella que no cree en nada sobrenatural.
Escucha cuentos narrados por otros. Música del mundo.
No lee. No puede leer… No volverá a leer por mucho tiempo. Requiere una concentración que es incapaz de tener y de un esfuerzo que su mente no puede afrontar.
Solo puede pensar en cómo hacer para vivir… en la cirugía inminente y en la posibilidad de no soportarla.
Muchas veces su cuerpo fue intervenido quirúrgicamente. Siempre generó incertidumbre, pero lo de ahora es distinto. Un miedo profundo, oscuro y aterrador se apoderó de su espíritu y no puede exorcizarlo.
Se acerca la fecha. Un día antes de su cumpleaños… ¿Cumplirá años esta vez?
La internación fue rápida, la habitación limpia, el médico risueño como siempre se acerca y con un fibrón le escribe el cuerpo señalando por dónde sacará el tumor que le está arrebatando la vida.
La presión la traiciona o se dispone a ser su aliada para que no puedan intervenirla. No lo sabrá nunca.
Pero la llevan igual.
Toda la serenidad que creía tener desparece en un segundo y se va llorando, en un estado de angustia muy grande, mirando a su hijo queriendo retenerlo en su memoria. Mirando a su esposo con que hace una vida comparte tantas cosas.
Y así se fue…envuelta en un dolor inimaginable unos meses atrás y que jamás pensaba transitar.
Y todo pasa… y despierta en su cumpleaños… y estaba viva y cuidada… y siente que ganó. Que ganó y que no va a permitir que el cáncer le arrebate esta nueva esperanza.
Ya está. Se curó. La curaron.
Cuando le dan el alta, así rota, cosida por varios lados, sin tumores y sin parte de su mama, sale de la clínica y se va a hacer compras el supermercado. Porque hoy cumple años y su familia la espera en casa
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