top of page

Desesperanza

Él camina y refunfuña. Siente que la vida es tan poco, que se le complicó sin esperarlo.

Tiene recuerdos nefastos de la enfermedad de su madre cuando apenas él tenía 13 años, de su muerte rápida, de su adolescencia guacha

Se sienta en su cama y habla entre dientes. No sabe qué va a hacer ahora, cómo encarar esta nueva situación que lo supera.

Piensa en su propia manutención ante la muerte inminente de su compañera de vida. Venderá el coche. Alquilará la casa. Duda sobre el departamento que están pagando…

La vida se le complicó y no sabe cómo enfrentarlo.

Tampoco piensa que ella está ahí cerca, escuchando, viendo. No puede pensarlo. Está sumergido en su propio dolor. En su propia desesperación

Tiene que hacer este duelo que se instaló sin permiso en sus vidas.

En su cabeza todo es confusión. No está seguro que le hayan confirmado el diagnóstico. No obstante, ella asegura que es inevitable.

No lo quiere escuchar. No lo puede escuchar. No lo puede entender.

¿Por qué? ¿cuándo pasó? ¿cómo pasó?

Esa mujer estuvo a su lado desde pequeña. La vio crecer, madurar, envejecer. Ahora la va a ver morir y eso nunca fue parte de sus planes. O sí, pero no ahora. Ahora no.

Se levanta y tiende la cama.

No puede creer que tiene que hacer eso.

Ella, siempre omnipotente, ahora se encuentra plegada sobre sí misma pensando vaya a saber qué cosas.

La ve y le duele.

Quiere ayudarla pero no puede, porque tampoco puede ayudarse a sí mismo.

De pronto se encuentra en la necesidad de hacerse cargo de la casa, de su esposa y de su vida.

Siempre se desentendió de estos menesteres. Ella podía trabajar, estudiar y cuidarlos.

Trámites, compras, comidas, ropas, pagos, remedios, recetas, médicos, turnos… ¡Ufff…! ¡Tanto en tan poco tiempo!

Pero lo hace. Pone todo su esfuerzo en lograr lo mejor. Se equivoca y vuelve a empezar. Pide asesoramiento. Intenta otra vez.

Y recuerda que una vez ella le contó cómo su compañera se encontró sola ante el cáncer. Cómo tuvo que dejar a su pareja por sentir el menosprecio y la desazón del abandono ante el sufrimiento.

Y se acercó sin enterarse nunca que esa mujer que estaba enfrente sabía muy bien lo que él pensaba y sentía.

Y se puso al lado. Y le tomó la mano y se lo dijo. Le dijo que él no iba a ser como el esposo de su compañera. Que no la iba a abandonar. Que la iba a cuidar. Que iba a estar a su lado por siempre.

Y ella, que lo conoce mucho más de lo que él mismo se conoce, sabía que iba a escuchar ese mensaje o alguno parecido.

Porque él es su pareja, porque lo eligió cuando tenía 13 años y porque él es parte de su vida.

Entradas recientes

Ver todo

Descanso

Mar, playa, arena. Todo perfilaba unas vacaciones extraordinarias. Solo le faltaba conseguir con quién pasarlas. Decidió que mejor sola…...

CAFÉ

No hay ninguna norma moral natural. Todo lo inventamos los seres humanos. Dora Barrancos. La pollera bamboleante permitía imaginar las...

Comments


bottom of page