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BIIIPPP…

Bip…bip…bip…

¡Ah! Ese viaje… ¡Todavía me emociona acordarme de él!

Yo estaba en la escuela. Era la directora, ¿vos te acordás? ¡Qué escuela de mierda esa! Ya no sabía cómo hacer para que las maestras quisieran a los pibes. Fue el primer año que estuve. Cuando entré, la directora, las dos secretarias ¡y hasta el gabinete! ¡Todos en sumario por hacer repetir a los pibes! ¡Por pobres nomás! ¡Qué lo tiró! Yo casi no atiendo el teléfono cuando sonó. Estaba en medio de un lío con las maestras y unos padres que las querían linchar, más o menos. ¡Y el proveedor! ¡Que quería cobrar una deuda que le había dejado la anterior! Esos tres años terminaron enfermándome. Me fui de ahí sin saludar. Literalmente. Con una cirugía de urgencia que me sirvió de excusa ideal para no ir a la fiesta de fin de año. Pero bueno, el recuerdo que me queda es ese llamado que me alegró la tarde.

Ni auto teníamos. Nunca habíamos salido sin los chicos. ¿Te acordás, no, Alfredo? Era un llamado, al menos, extraño. Nos invitaron a ir en Semana Santa. Toda una decisión. No teníamos un mango, y sin los chicos… Bueno. Los chicos ya eran adolescentes. Se podían manejar solos con mi mamá… No sé quién tenía que cuidar a quién… ¡Ja! No me acuerdo si salimos miércoles o jueves para allá. No sé. Tampoco es importante, ¿no? La cosa es que parece que fuera hoy cuando las chiquitas nos esperaron ese día con el desayuno y nos pidieron que fuéramos sus padrinos. ¿Sabés que no me acuerdo nada del viaje? Seguro fue en micro, pero es una nebulosa. Como si no hubiera existido… Me duele la cabeza, ¿sabés?

¡Qué loco! ¿Quién me iba a decir a mí en 7° grado, que Leo y yo, los dos nuevos de la escuela, íbamos a tener más de 40 años de amistad y que íbamos a ser los padrinos de sus hijas? ¡Qué loco! Dos ateos padrinos de las hijas de un católico y una judía… ¡Cosa que solo a actores se les puede ocurrir!

Bip…bip…bip…

¿Cómo puede ser que no me acuerde nada del viaje? ¿volando no pude haber ido? ¡ja! Me salió un chiste. Claro que volando no. Hace 20 años no era nada fácil subir a un avión, y sin un mango.

Bip…bip…bip…

Me duele mucho la cabeza, pero me acuerdo bien cómo me costó ese viaje. Ese lo hicimos en auto. Noche cerrada. Eso me acuerdo. Salimos después del trabajo. Siempre me quedaba una o dos horas más. El trabajo de inspector es así. Ese día me quedé justo hasta las 3 ¿te acordás? Y cuando paramos ahí cerquita a cargar nafta, me llamaron de jefatura. ¡Qué nerviosa me puse! ¡Tenía un miedo…! Yo pensé que iban a pedirme que vuelva. Pero no. Por suerte. Igual sabían que me había tomado los diez días que me debían. ¡Qué lindo viaje ese!

Esta cabeza me está volviendo loca…

Todavía la autopista Córdoba-Rosario no estaba terminada. Fuimos por todos los pueblos. Parábamos, mirábamos. Una vuelta a la plaza principal. Todas iguales: plaza, iglesia, municipio, comisaría. Escuela enfrente o a una cuadra. Avenida principal. ¡Ja!

¿Te acordás que yo tenía una lucecita que se encendía si el celular sonaba? ¡Qué pavada! Pero a mi me encantaba… ¿Y la tormenta en la ruta? Estaba oscurísimo y lleno de camiones. Le preguntamos a uno que estaba parado donde nos convenía quedarnos. Estos cordobeses qué bravos que son con el chiste.

  • En Oliva- nos dijo el sinvergüenza- En Oliva hay un hotel muy bueno para poca gente.

Decí que la tormenta se hizo brava y nos quedamos en Villa María. Se llovió todo. Volaron árboles. Cuando nos levantamos al otro día, había sido un desastre. Hasta estaba cerrada la entrada a la capital cordobesa.

La cara del mozo durante el desayuno cuando le contamos que nos habían recomendado llegar a Oliva, pero que la tormenta nos frenó antes…

  • ¿A Oliva? – nos dijo- ¿A Oliva? ¿Qué? ¿se iban a ir al loquero?

Había sido una broma. Solo un neuropsiquiátrico nos esperaba allá. ¡Qué hijo de puta!

Bip…bip…bip…

¡Qué dolor de cabeza tengo! No se me pasa. En un rato voy a tomar una aspirina. Y ese ruido que no para. Quisiera saber quién anda por ahí hablando. Y no entiendo nada de lo que dicen.

Y ese dolor. Cada vez me duele más.

Bip…bip…bip…

La fiesta de 15 fue hermosa. No se imaginaba para nada que íbamos a ir. Fue mi primera salida después de esa cirugía. ¡Qué mal lo pasé esos meses en cama! ¿Te acordás?

Pero la fiesta fue otra cosa. Cuando salió con la flor para nosotros diciendo que la dejaba en un florero porque éramos de Bs. As. y, resulta, que estábamos ahí. ¡Cómo lloró! ¡Y qué linda estaba! Lo único, es que tenían que haber previsto sillas para los viejos.

El salón, una belleza. Los pibes. Todos alumnos del teatro: prepararon el cotillón y la fiesta. ¡Y el saludo de la Mona! ¡Se pasó con eso Leo! ¡Qué grande! ¡Cuánto lo extraño!

No me puedo acordar qué hicimos después. Que estábamos escondidos en un hotel del centro cerquita del salón, me acuerdo. Que caminamos unas calles empedradas preciosas, y que pasamos por la puerta del teatro, también. ¿Pero después? ¿Qué hicimos? ¿cuánto nos quedamos? ¿o nos volvimos?

No me puedo acordar.

Bip…bip…bip…

¿Cuántas veces fuimos a Córdoba para estar con ellos en más de 40 años? No, claro. No íbamos siempre. Cada dos o tres años venían ellos a Bs. As. por la madre de Leo. ¡Pero qué bien lo pasábamos, allá y acá!

Reírnos, tomar mate y jugar, era lo que mejor hacíamos juntos. Divertido y creativo ir con actores. Que filmar una película casera, inventar una historia y sostenerla todas las vacaciones ante los vecinos circunstanciales. ¿Y cuándo se enfrentó con la policía?

  • ¡Pero escúcheme, escúcheme!- Le decía él a los gritos. Estaba segura de que íbamos todos en cana… Ja

Después lo usamos en la obra de teatro que escribí con Sonia… ¿Cómo se llamaba? ¡Fabu- Lalo! ¡Mi primer escrito! ¡Hermosa! Lo que se rió Fidel el día del estreno… todavía me acuerdo de esa risa… En la orilla de una ruta fue que se peleó. Bueno. Leo se peleaba rápido. Era medio cabrón. ¿Te acordás? Yo creo que la actuación lo ayudaba a manejar el mal humor. Porque la verdad, era bueno como actor y como director. Un buen tipo. Lo extraño.

¿Dónde fue? No me acuerdo. Me tengo que acordar, voy a tratar de acordarme, porque cuando llegue el día que ya no pueda hablar con nadie, no voy a poder preguntar. Tengo que recordar todo. ¿Quién fue que me dijo que hiciera acopio de imágenes? No me acuerdo. ¡Qué lo tiró! No me acuerdo nada… y mi cabeza que no para.

Bip…bip…bip…

El día de la fiesta de 15 fui a la peluquería allá, cerca del hotel. El peluquero de los artistas… siempre voy a acordarme cómo me metió los dedos en las orejas con la toalla y me sacudió la cabeza… ¿qué habrá pensado? ¿Que me había quedado agua suelta en el balero? ¿será por eso que me duele tanto la cabeza? No creo… Pero… ¿será?

Bip…bip…bip…

¿Lo de Oliva fue antes o después de la fiesta de 15?

Bip…bip…bip…

Toda la vida me voy a acordar de ese velorio. Cuando me fuiste a buscar al trabajo y volvíamos a casa para llamar y contarles que ya habíamos alquilado en la costa. Invitarlos a estar con nosotros una semana. Vos atendiste la llamada porque yo manejaba. Vos decís que me lo dijiste. ¿En serio me lo dijiste? No me acuerdo. Solo sé que pensé que el mundo se acababa. Una tristeza infinita. Mi amigo. Mi mejor amigo. Un hermano que me regaló la vida.

Y decirle a nuestro hijo, que había sido protegido y acompañado por él cuando se quiso ir a vivir a Córdoba. El estar al lado nuestro siempre. Llevarle agua. Jugar con el nene al que había adoptado como abuelo postizo. El hospital el día que nacieron las chiquis. Todo.

Ese viaje terrible, por la misma ruta. Lloviendo como aquella noche. Baldazos de lágrimas opacaban el camino. Llovía afuera y llovía adentro. Silencio de un viaje que duró más que nunca. Los tres callados. Llorando. Manejando. Yo no. No podía pensar. Solo sentía que toda el agua que podía haber albergado mi cuerpo, salía y salía sin freno.

Bip…bip…bip…

Me quiero acordar de otra cosa. Ese viaje fue muy triste. Y me duele tanto la cabeza.

Leo. Amigo y hermano del alma…

Estoy triste. Y ese ruido que sigue. ¿Pero de dónde salió tanta gente caminando por mi casa?

Bip…bip…bip…

La canción que cantaban las y los alumnos todo el tiempo. A él. A él le cantaban. Durante varios años me acompañó, y ahora que me quiero acordar, nada. No me acuerdo. Sé que silbaban y hablaban de la vida. Pero no me acuerdo.

La hija bailando para él, ya muerto. Que no podía verla. Los pibes actuando. Cientos y cientos de pibes. No sabíamos dónde sentarnos. Donde llorar. Ellos cantaban, nosotros llorábamos. La esposa serena. Mirando desde vaya uno a saber qué lugar lo que estaba pasando.

Y la canción. La canción que era la manera en que a él le hubiera gustado saber que lo despedían.

Canto y llanto.

No me acuerdo la canción. ¡Ay! Mi cabeza. No doy más.

Bip…bip…bip…

Aunque todo vaya mal… aunque vayan mal las cosas… aunque todo vaya mal…

¡Busca el lado bueno de vivir!

¡Busca el lado bueno de vivir!

¡Siempre mira el lado bueno de la vida!

¡Fu-fíiiú! ¡Fu-fíiiiú! ¡Fui-fiú fu-fíiiú fu-fíiiiú!

¡Esa es la canción! ¡Qué linda! Me acuerdo…¡Fu-fíiiú! ¡Fu-fíiiiú! ¡Fui-fiú fu-fíiiú fu-fíiiiú!

¡Busca el lado bueno de vivir!

Bip…bip…bip…

Me sigue doliendo la cabeza. Cada vez más. No sé por qué no me levanto a tomar una aspirina. ¿Por qué Alfredo no me la trae? Siento que me va a estallar en cualquier momento… y la gente que sigue hablando… ¿quién está ahí?

¡Eh! ¿Quién es? ¿Hay alguien? ¿No contestan?

Bip…bip…bip…

Mi cabeza. Tanta gente. Cada vez más dolor.

¿Quién me está tocando? ¡Eh! ¡No me toque! ¿Qué me está haciendo? ¡Dejeme! ¡Déjeme!

No me puedo mover. Estoy ¿atada? ¿Atada?

Alfredo… ¿dónde estás? ¿por qué dejás que me estén haciendo esto? Siento que me inyectan algo. No los dejes...

Alfredo, ya no siento nada… no tengo más fuerza…

El viaje… el otro viaje hermoso… al sur… ese que recorrimos toda la patagonia juntos.

Estoy cansada. Mi cabeza ya no me duele tanto, pero no soy capaz de pensar…

Me duermo… me duermo…

Bip…bip…bip…

Biiiiiiippppppp…


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